Por: Andrea Ávila, CEO de Randstad para Argentina y Uruguay

Los tiempos cambian y con ellos no sólo la forma en que trabajamos, sino las empresas mismas y sus procesos de negocio. La combinación entre la impronta que traen las nuevas generaciones al mundo del trabajo y la creciente digitalización de la economía, está generando tremendos desafíos para el mundo corporativo.

Por un lado se ha vuelto crítico para las organizaciones asegurar su fuente de talento. Employer branding, talent sourcing, gamification, RPO y otras tantas herramientas claves se imponen a la hora de atraer, retener y comprometer al talento. Un talento que por otra parte, pareciera se ha vuelto más exigente, más selectivo a la hora de evaluar una propuesta de trabajo, analizando en profundidad tanto los aspectos duros de la oferta, como cuestiones relacionadas a la cultura y la visión de la compañía, sus estrategias de sostenibilidad, de transparencia y otros factores de su reputación corporativa.

El otro gran desafío en ciernes tiene que ver con las habilidades que el mundo del trabajo debe desarrollar para adaptarse a la economía del futuro. En medio de este frenesí de cambios permanentes, la formación de habilidades para el trabajo no puede quedar sólo en manos del sistema educativo y el Estado. Las empresas tienen un rol clave en un contexto donde no hay modelos, donde el futuro se avizora disruptivo y donde la creciente digitalización de la economía y el trabajo van a demandar una fuerza laboral con nuevas habilidades.

En este contexto donde hay pocas certezas, avanzan con pié firme en todo el mundo las iniciativas que proponen el desarrollo de una educación con mayor incidencia de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, o STEM, por su sigla en inglés.

Muchos sostienen que ya hemos vivido antes cambios profundos en el mundo de la economía y el trabajo. Cierto es también que lo diferente hoy es la velocidad del cambio y es allí donde quizá el debamos asumir que el primer paso para hacer frente a lo que viene es acostumbrarnos al cambio como una variable permanente.

Columna de opinión publicada en la edición del mes de Agosto de la Revista Mercado