Hace 20 años, a nadie le preocupaba aburrirse en el trabajo. Ni pensar en plantearlo como un problema. Era algo, para muchos, normal. Parte de la vida cotidiana en la oficina.

 Sin embargo, el síndrome del aburrimiento (o boreout, como se le llama en inglés) es considerado hoy una problemática real e importante. Y se caracteriza por la sensación de falta de motivación profesional y de interés en tu trabajo.

Tomando en cuenta que las nuevas generaciones se caracterizan por la búsqueda constante de nuevos desafíos y proyectos, el boreout se presenta hoy como una amenaza concreta para el clima laboral y la moral de los equipos de trabajo.

Es mucho más frecuente de lo que parece y posee múltiples aristas. Estas son algunas claves para entender las causas de este fenómeno:

La realización. 

 Aunque hoy nos suene extraño, la idea de realización personal no siempre estuvo tan relacionada al trabajo como lo está hoy. Para la generación X o los Baby Boomers, su profesión era más bien un medio para poder formar una familia o para obtener los bienes materiales necesarios para vivir sus vidas. Y no era tan común preocuparse por si tu trabajo te interesaba o te elevaba como persona. 

Esta idea de que el trabajo que uno hace debe ser realizador tomó fuerza, mayormente, con la llegada de los Millennials. Tanto las tareas repetitivas como las que no generan percepción de propósito, llevan indefectiblemente al aburrimiento.

Factor de deserción. 

El mundo laboral empieza a configurarse en torno a la atracción y la retención de las nuevas generaciones, que desde diversos frentes cuestionan elementos estructurales de la naturaleza misma del trabajo. El aburrimiento no solo afecta a estos jóvenes que buscan desafíos, sino también a las organizaciones en su búsqueda por incorporar y retener nuevos talentos. Cuando un baby boomer se aburría, lo único que hacía era mirar el reloj para que avanzara más rápido. Cuando un Millennial ve que no realiza tareas interesantes, creativas o productivas, simplemente abandona el trabajo y busca otro. Hoy la satisfacción por el contenido del trabajo es un factor de retención y los jóvenes no dudarán en dejar un trabajo bien pago por otro más divertido con un menor salario o, incluso, por pasar una temporada en Australia recolectando kiwis. En muchos casos, ni siquiera un salario extremadamente competitivo será capaz de retener al talento frente al aburrimiento.

Efectos nocivos del aburrimiento. 

Este fenómeno afecta no solo al trabajador como individuo, sino también lo afecta como parte de la organización en su conjunto. El síndrome del aburrimiento puede expandirse y generar múltiples efectos negativos en la oficina. En el ambiente laboral puede generar maltrato entre compañeros, un clima denso, colaboradores sin compromiso y una gran caída en la moral y la productividad. Al realizar tareas rutinarias que requieren muy poca atención, se está más expuesto a cometer un sinfín de errores causados por la indiferencia, que incluso pueden generar accidentes laborales.

Procesos que aburren y soluciones que agilizan. 

Los cambios en el mundo del trabajo avanzan mucho más rápido que las estructuras tradicionales de una organización. Las reuniones largas, la tecnología obsoleta, el exceso de normas y procedimientos y el micromanagement pueden hacer aburrido un trabajo que no tiene por qué serlo. Preguntarse qué experiencias pueden resultar obsoletas en la dinámica laboral es imperativo para que estas prácticas no fomenten el boreout entre los colaboradores. Las microreuniones, la gamificación de actividades, los laboratorios de innovación, el trabajo colaborativo y la flexibilidad horaria son algunas de las iniciativas que pueden mitigar los efectos del síndrome del aburrimiento

El estrés y el síndrome de burnout son problemas conocidos, y las empresas han desarrollado herramientas para resolverlos. Pero el aburrimiento todavía no ha ingresado en las agendas de las organizaciones como una problemática relevante a afrontar. En muchos casos porque persiste la visión de las generaciones mayores, que indica que un trabajo no tiene por qué ser divertido. Este enfoque deberá cambiar pronto. Los Millennials son solo la punta de un iceberg que ya está teniendo su continuidad en la Generación Z. Multitaskers por definición, mucho más inquietos y más inclinados a la independencia y a la realización personal, los Z generarán una disrupción enorme en términos de exigir trabajos divertidos y gratificantes.