Con más trabajadores comenzando el regreso a las oficinas, los formatos híbridos se imponen como la tendencia del momento. Y como aún no es posible vislumbrar cuándo derrotaremos definitivamente al Covid-19, resulta prudente incorporar opciones de trabajo remoto de manera permanente en la gestión de las organizaciones, aunque más no sea para estar preparados para nuevos cierres o períodos de aislamiento.

Además, esto está alineado con los deseos y expectativas de los trabajadores. Ahora que han tenido la oportunidad de probar el home office, para muchos la flexibilidad crece como un factor cada vez más valorado.

Sin embargo, un nuevo formato de trabajo implica que los colaboradores necesitan desarrollar un nuevo conjunto de habilidades. Algunas cosas son más difíciles si no estamos cara a cara como, por ejemplo, la comunicación interpersonal, la resolución de conflictos o el intercambio de ideas e incluso las conversaciones difíciles.

Estas son las competencias blandas que debemos desarrollar en los equipos para poder enfrentar con éxito el nuevo esquema de trabajo híbrido:

1. Flexibilidad y Adaptación al Cambio

En medio de un entorno económico global en el que manda la incertidumbre respecto de lo que nos depara el futuro, y donde el cambio se ha instalado como una constante, la capacidad de adaptación a los cambios e imprevistos es un activo clave para enfrentar el nuevo esquema de trabajo híbrido. Las organizaciones buscan candidatos que puedan acomodarse a distintas situaciones y puestos de trabajo, que sean flexibles y a la vez tengan el aplomo para afrontar con éxito cualquier desafío que se les presente, ya sea de manera presencial o en forma remota.

La flexibilidad también se relaciona con la capacidad de integrarse de manera armónica en distintos equipos de trabajo y proyectos, que por definición son diversos, heterogéneos, multigeneracionales y multiculturales.

2. Inteligencia Emocional

La inteligencia emocional es una habilidad que se puede desarrollar con dedicación y práctica. Es una de esas habilidades que pueden ser de gran utilidad si uno no está cara a cara con alguien.

Cuando hablamos virtualmente, debemos prestar más atención a nuestro tono, explicar el contexto y desarrollar la conciencia de cómo nos estamos comunicando. Habitualmente, los mensajes de texto y los correos electrónicos tienden a malinterpretarse. Esto se debe a que el contexto y la forma en que presentamos algo son tan importantes como lo que decimos en sí mismo.

Desarrollar nuestra inteligencia emocional es importante para comprender cómo nuestras acciones, emociones y comportamientos pueden afectar a los demás. Si aprendemos a comprender mejor nuestras emociones, y las de los demás, corremos menos riesgo de actuar de manera irracional y que esto sea contraproducente para el equipo. También podemos equilibrar mejor la conciencia social con la gestión de relaciones. Por ejemplo, comenzamos a comprender cómo la empatía alimenta las conversaciones difíciles, porque podemos ponernos en el lugar de otra persona, y nos enfocamos en la claridad de la comunicación y las explicaciones.

3. Liderazgo e Influencia Social

Los líderes exitosos, trascienden los cargos y jerarquías. El camino para convertirse en un gran líder es único y personal, pero en general tiene que ver tanto con el desarrollo de las fortalezas centrales, como el conocimiento de las propias debilidades. Sin dudas, el liderazgo y la capacidad de influir en los demás son el resultado de comprender a las personas. 

El contexto de pandemia ha mostrado que es vital para las organizaciones crear y desarrollar una cultura de liderazgo basada en la empatía, la capacidad de escucha, las habilidades de comunicación y, fundamentalmente, poniendo en primer lugar a las personas.

4. Proactividad e Iniciativa

A medida que avanza la tecnología y la trasformación digital, las empresas corren el riesgo de volverse obsoletas o irrelevantes mucho más rápidamente que en el pasado. La inercia y el mantenimiento del statu quo son caminos que nos dejan en la zona de confort, pero son muy peligrosos en un entorno cada vez más competitivo y desafiante. Las empresas necesitan equipos que puedan pensar de forma creativa y tomar la iniciativa para innovar dentro de su ámbito de acción, para que eso se replique en cada rincón de la organización. Necesitan líderes con “Espíritu emprendedor” o intraemprendedores.

El mercado laboral valora cada vez más los perfiles con estas cualidades, ya que un colaborador con espíritu emprendedor intenta superarse constantemente, no teme correr riesgos, y posee confianza en sí mismo y en sus capacidades como para romper la inercia y buscar caminos alternativos. Estas competencias son también las que definen a un buen líder, lo cual hacen que sean perfiles clave para las organizaciones que buscan innovar.